viernes, 21 de noviembre de 2008

El arco maldito


Esta vez, se trata de un mito que tiene su epicentro en un estadio de fútbol. Más precisamente en la cancha del Racing Club, más conocida como “el Cilindro de Avellaneda”.
Según la leyenda, a finales de la década del ’70, hinchas de Independiente invadieron la cancha de su eterno rival y enterraron siete gatos detrás del arco de la popular local. Así habría caído sobre el equipo albiceleste una especie de maldición.
En la época en que Alfio Basile dirigía el equipo se ordenó desenterrar aquellos gatos. Pero nunca se encontró nada. En la década del ’90, se hallaron huesos de un gato, de acuerdo a lo publicado por el diario deportivo Olé. Además, en 1998, se realizó una misa para acabar con la mufa en Racing. A lo largo de los años, el mito fue alimentado por momentos increíblemente desafortunados que vivió “La Academia”, como aquel gol que le convirtió de cabeza el arquero (sí, el arquero) de Estudiantes, Carlos Bossio, al final de un encuentro.
El blooper que protagonizó en la pasada fecha del Torneo Apertura, Pablo Migliore, actual arquero de Racing, reavivó el mito. Aunque muchos aseguran que la peor maldición que sufrió Racing se llamó Fernando de Tomasso (y su gerenciamiento).

Más información:
www.minutouno.com/1/hoy/article/95536-%BFArco-engualichado-
El-famoso-mito-del-Cilindro-de-Avellaneda/

martes, 18 de noviembre de 2008

La nena que ríe de noche



Once años tenía Lucy. Once años apenas, cuando el auto la atropelló. Luego de dos días en terapia intensiva, la nena dejó de respirar.
La familia Almeyda, en muestra de una justicia injusta, le ganó un juicio al conductor del coche asesino. Con el dinero mal ganado, lograron pagar la hipoteca de la casa de Balvanera en la que vivían, pero la felicidad del techo propio no logró apaciguar el dolor por la muerte de la querida hija de Alberto y Susana, de la querida hermana menor de Lautaro, de la querida hermana mayor de Daniela.
Dicen que desde entonces Lucy no ha logrado descansar en paz pero, aún así, está contenta. Por las noches se la escucha. Su risa resuena cada madrugada desde la que fue su habitación. Algunos, además, aseguran que a veces se deja ver.
Los Almeyda, entusiasmados por escuchar y ver a la nena, contrataron a una bruja que les dijo que su risa se debe a que está feliz de estar en su casa, una casa que gracias a su muerte se convirtió en propia.
Pocos años más tarde, mientras la crisis económica de 2001 desarmaba a la Argentina, junto con la oferta de un trabajo en euros y la enfermedad de la abuela Celia, la familia de Lucy se mudó a Madrid pidiéndole a Arturo, el tío de la pequeña, que se encargue de la venta de la casa.
Siete años hace que está en venta y nadie quiere comprarla, pues Lucy no deja de reír y los interesados se echan para atrás espantados. Hasta que Lucy no se quede callada, la casa de Balvanera seguirá vacía y, mientras tanto, seguirá siendo conocida como la casa de la nena que ríe de noche.

viernes, 14 de noviembre de 2008

La leyenda del Lobisón


Se trata de una leyenda muy extendida en el interior del país, particularmente en la zona del litoral. Según se cuenta, si una familia tiene siete hijos varones, una maldición cae sobre el séptimo: es condenado a convertirse en una especie de hombre lobo. De acuerdo a las versión popular, para cortar el maleficio hay una solución: el presidente o la presidenta de la República debe apadrinarlo. La representación más extendida del lobisón es la de un perro negro y grande, con orejas desproporcionadas que le caen sobre el rostro (con las que emite un fuerte ruido). Sus patas terminan en pezuñas. A las doce de la noche de los viernes, el séptimo hijo se convierte el lobisón. En algunos casos, sucede los martes. Antes de que esto ocurra, el hombre se refugia en la oscuridad de los montes. Luego de la metamorfosis, el lobisón deambula durante toda la noche. Camina por los graneros, los gallineros, y los cobertizos en busca de carroña, e incluso puede morder a quienes encuentra a su paso. Cuando muerde o salpica con sangre a sus víctimas, éstas pueden llegar a transformarse en lobisones. Además, los perros aúllan con fuerza durante esa noche, advirtiendo sobre sobre la presencia del lobisón. Según cuentan, el hombre que se convierte en lobisón suele ser flaco, desgarbado, huraño y antipático. Su piel es amarillenta y no es raro que desprenda un olor nauseabundo. Otra característica es que es descuidado en el vestir. Aunque no se sabe a ciencia cierta, hay quienes aseguran que para defenderse del lobisón es necesario contar con ciertos elementos:
- una bala bendecida en 3 iglesias.
- un cuchillo bendecido con forma de cruz.
- una linterna con pila bendecida (de lo contrario no alumbrará).
Se lo puede atar, pero tiene que ser con lana abierta de tejer. Más allá de los consejos, hay quienes sostienen que es mejor nunca tener que enfrentarlo.

martes, 11 de noviembre de 2008

¿Te acordás del Pitufo Enrique?

Fue en julio del año 2000 cuando la Subcomisaría de Banda de Varela, en la provincia de Catamarca, debió ser clausurada por varias semanas a causa de que un duende acosaba a los policías que cumplían horario nocturno.
En una de esas nochecitas frías que regala el invierno, dos oficiales patrullaban las calles catamarqueñas, quisieron comunicarse con su compañero de guardia pero no les respondía. Alarmados por el silencio del hombre, decidieron ir a ver cuál era el motivo.
Llegaron a la seccional y quedaron pasmados al ver al cabo Miguel Agüero, desmayado en una silla. Lograron reanimarlo y, cuando despertó, clavó la mirada en el techo, fija, inmóvil, con temor. “Me viene a buscar de parte de Satanás”, comenzó a balbucear el Cabo.
Los oficiales no comprendían pero, minutos después cuando Agüero concilió la calma, explicó que un duende bajito, de color verde y de ojos saltones, lo amenazó diciéndole que el mismísimo Diablo lo mandó a buscar. El Cabo fue llevado al hospital, le realizaron exámenes físicos y psicológicos y todos los médicos concordaron en que no presentaba ningún cuadro sicótico ni de alteración o intoxicación.
Dos años más tarde, un grupo de jóvenes decidió grabar un documental sobre este ser –casi- mitológico pero se dice que, en pleno proceso, varios actores y técnicos desaparecieron. Un productor encontró en el bosque la cinta de lo que habían llegado a grabar. Finalmete en el 2005, el film fue estrenado a pesar de que aún no estaba terminado.
A pesar de que algunos canales de televisión se rieron del caso hablando del "enano fantasmagórico", y que hasta un grupo de cumbia le compuso una canción, la gente del pueblo no deja de temerle al Pitufo Enrique (así lo bautizaron). Casos similares se produjeron en la Patagonia con un duende llamado Epunamúm, y en la Cordillera con la presencia de Ivnuche.

lunes, 10 de noviembre de 2008

La casa mínima



La casa mínima

En el barrio de San Telmo, en la calle del Pasaje San Lorenzo al 300, existe una casa única de la ciudad de Buenos Aires.

El espacio que ocupa la edificación es de 2, 17 metros de ancho por 13 de profundidad y sus paredes están desgastadas por el tiempo y los cambios. La construcción pertenece a la segunda década del siglo XIX y los 2, 17 metros por 13 es una espacio que quedó luego de cambios arquitectónicos realizados en la manzana del barrio porteño.

La casa mínima además es conocida por el mito que esta lleva. Se dice que allí había residido un esclavo liberto, a quien su amo le habría regalado el terreno para que construya su casa. De ahí que por mucho tiempo se la llamó entre los vecinos del barrio la “Casa del esclavo liberto”. Aunque el lugar esta cerrado actualmente se puede visitar su fachada, dicen que el espíritu todavía habita en toda la casa y que por eso a pesar de los años y nuevas construcciones no han podido desaparecerla.

viernes, 7 de noviembre de 2008

El fantasma del museo de La Plata


Existe una leyenda particular en la ciudad de La Plata. Según cuenta la historia, el espiritu del cacique tehuelche Modesto Inakayal se pasea por las salas del Museo de Ciencias Naturales. De acuerdo a los testimonios, su fantasma sería el responsable de portazos, desorden de cajones, escozores en la espalda de los visitantes. Por las noches, hay quienes sostienen que se lo escucha gritar en su lengua.

Vida y ocaso del cacique
A orillas del río Limay, Modesto Inakayal se había convertido en el amo de la región. En la Patagonia mandaba el gran Sayhueque. Pero Inakayal, junto a Foyel, eran sus hombres de mayor confianza. Inakayal convivía con dos mujeres y estaba al mando de 900 hombres.
El primer encuentro con el explorador Francisco Moreno (fundador en 1884 del Museo de Ciencias Naturales), se dio en 1879, aunque fue de manera cordial. Entre 1878 y 1885, el presidente Julio Argentino Roca impulsó la Campaña del Desierto. Inakayal, junto a Sayhueque y Foyel, cayó prisionero del teniente Francisco Insay en Junín de los Andes, en 1885. Antes de que lo embarcaran con destino a Buenos Aires, el Ejército argentino le robó sus caballos y repartió sus hijos entre los generales para que los usaran como sirvientes.
El destino de los caciques fue la isla Martín García. Fueron humillados y sometidos. Sayhueque pudo volver a la Patagonia. Inakayal y Foyel fueron “socorridos” por Francisco Moreno. Increiblemente, ambos pasaron a formar parte de la colección viviente del museo de La Plata.
En el subsuelo del actual museo, estuvieron cautivos aquellos que fueron vencidos en la Campaña del Desierto. Circulaban libremente durante el día, pero por las noches se les impedía cualquier movimiento. En el listado de prisioneros figuraban entre otros, Inakayal, una de sus mujeres y su hija, Foyel junto a su compañera y su hija Margarita.
Las mujeres se encargaban de la limpieza del museo y el lavado de las ropas mientras que los hombres estaban confinados a tareas más duras como cavar pozos y limpiar desagües.
Cuando los científicos lo ordenaban, los indios debían prestarse a ser examinados desnudos, y fotografiados durante horas. La mayoría de ellos aceptaba, pero Inakayal no estaba acostumbrado a recibir órdenes. Foyel pudo regresar a la Patagonia, a cambio de resignar su identidad. Inakayal se negó a ello, y permaneció en cautiverio.
El 21 de septiembre 1887, murió Margarita. El 2 de octubre, la mujer de Inakayal. El cacique tehuelche, quien resistió hasta lo último, veía cómo los cuerpos de su gente eran descarnados y expuestos a los visitantes. Conciente de que suerte estaba echada, Inakayal se pasaba horas mirando los restos de su mujer, exhibida en una vitrina.
Los inventarios del Museo certifican que Inakayal falleció el 24 de septiembre de 1888. Algunas versiones hablan de un suicidio, otras aseguran que fue empujado por unas escaleras. De inmediato su esqueleto fue descarnado y expuesto al público.
Tras reclamar durante décadas, en abril de 1994 la comunidad tehuelche logró que los restos fueran trasladados al valle de Tecka. Sin embargo, en 2006, se comprobó que la restitución fue parcial: faltaban el cuero cabelludo, el cerebro, e incluso el corazón.
La tradición tehuelche establece que sus muertos deben ser enterrados rodeados de los objetos que pudieran necesitar al renacer en otra parte. Lejos de estos rituales, el cuerpo del cacique Inakayal fue cuereado como si fuera un simple animal. Ante tantas aberraciones, hay quienes sostiene que su espíritu rebelde deambula por los pasillos del museo, aquel lugar que fue al mismo tiempo, su cárcel y su tumba.

lunes, 3 de noviembre de 2008

A la espera de la muerte (historia de “la viuda loca”)


Una noche de marzo, hace no mucho tiempo, ocurrió algo extraño en el Faro Punta Ninfas a 50 kilómetros de Puerto Madryn. Un barco pesquero navegaba las aguas de un mar tranquilo. Catorce marineros descansaban en los depósitos, el Capitán conducía la máquina y el viejo Eduardo Martínez miraba el brillo de las estrellas que no dejaban de sorprenderlo a pesar de ser un marino de profesión desde hacía 43 años.
Guiados por el faro seguían su marcha, pero al pasar por su lado la torre luminosa se apagó por completo. Alarmado por el peligro que significa un mar a oscuras, Eduardo le pidió al Capitán que se detuviera y abandonó el barco para tratar de arreglar la luz.
El hombre se adentró al faro y comenzó a subir una larga escalera de hierro. Antes de llegar a la punta una sombra lo distrajo. Asustado quiso retroceder pero sus pasos no respondían y, sin dominar su cuerpo, los pies continuaron subiendo.
Ya frente al foco apagado vio que una silla oxidada se mecía hacia delante y hacia atrás, una y otra vez. En ella, una dama envuelta en una frazada gastada color azul, lloraba en un silencio penoso.
Eduardo se acercó, tocó a la mujer por el hombro y quedó petrificado cuando reconoció en su rostro a Margarita, su esposa fallecida dieciséis años antes. Blanco como la luna, la miró fijo y le preguntó por qué lloraba. Ella lo miró con ojos cansados y sonrisa débil. Mientras las lágrimas recorrían sus arrugas cuesta abajo, y casi en un susurro, le explicó que lloraba de tristeza porque su esposo había tardado mucho tiempo en ir a buscarla.
El viejo, sin comprender demasiado, le preguntó si había estado sentada allí desde el día de su muerte. “Si”, respondió ella, “estoy acá desde el 4 de enero de 1945, el día tu muerte, el día que se hundió tu barco. Estoy acá sentada esperando a que tu amor me encuentre, tome mi alma y la lleve a navegar por todos los mares junto a la tuya”, le dijo. Enseguida Eduardo la tomó de la mano, la dama agachó la cabeza contra su propio pecho, cerró los ojos y cesó de respirar.
Su cuerpo fue encontrado semanas después, sentada en la misma silla oxidada que ya no mecía. Al verla, reconocieron en ella a la viuda de Eduardo Martínez, uno de los 16 tripulantes fallecidos un verano de 1945 cuando se hundió su barco al lado del faro. “La viuda loca”, la llamaron sus vecinos de Puerto Madryn al enterarse que la señora se sentaba cada noche en el faro esperando a que su marido regrese.
Dicen quienes acostumbran a navegar por esas aguas que cuando se pasa por al lado del faro, pueden escucharse risas y tarareos de un hombre y una mujer que parecen estar felices. Desde ese día, el faro nunca más volvió a apagarse.

sábado, 1 de noviembre de 2008

¿Una víctima del chupacabras?


Parecía un día más en el campo de Luis. Él se levanto y como todos los días desayuno una medida de grapa para escaparle al frío y salió a contar su ganado. Sin embargo, cuando cruzó la puerta su cara se transformó: había sangre y tripas por todos lados; algunas de sus vacas estaban muertas.

Esta secuencia se repitió una y otra vez. Misteriosamente, a pesar de las medidas de seguridad que tomó, Luis nunca pudo saber quién era el responsable de tal brutalidad.

Dicen por ahí que esos actos satánicos eran obra del mismísimo “chupacabras”, una extraña criatura de otro planeta que sedienta de sangre debora a todo animal que se le cruce.

Luis aún no lo pudo descubrir, pero asegura que pronto lo hará. Mientras espera sentado en su silla mecedora con un vaso de grapa en una mano y el rifle en la otra.
Más info sobre el chupacabras en: http://es.wikipedia.org/wiki/Chupacabras

La llorona argentina


“¿Dónde están mis hijos? ¿dónde están mis hijos?”, repite entre sollozos desesperantes una mujer. Nadie sabe de dónde sale esa desgarradora voz hasta que de repente una fantasmagórica figura, que viste una túnica blanca y lleva en su mano una fotografía, aparece y con una simple mirada de sus ojos rojos se lleva el alma de aquellos conductores que se cruzan en su camino.

Dicen que el fantasma de esta mujer, nombrada como “la llorona”, aún transita por las rutas argentinas buscando incesantemente a sus pequeños hijos que junto a ella habrían perdido la vida en un accidente de tránsito, causado por un conductor suicida.

Alguien sabe "¿dónde están mis hijos? ¿dónde están mis hijos? "...

viernes, 31 de octubre de 2008

En boca de otros II

Testimonio de una visitante del Cementerio de la Recoleta.

Las almas de la puerta 12


Fue la tarde en la que una cancha de futbol se tiñó de sangre y el resultado de un partido dejó de tener importancia. El 23 de junio de 1968, 71 hinchas encontraron la muerte en una avalancha trágica en la Puerta 12, del estadio Monumental. En aquel encuentro en el que River y Boca empataron en cero, tuvo lugar la mayor tragedia del fútbol argentino. Y que con el tiempo, pasó a engrosar la lista de casos impunes.
En la actualidad, cerca de donde solía estar la trágica puerta se encuentra ubicada el área donde concentra el equipo millonario.
Son muchos los jugadores de River que han asegurado que pueden escucharse gritos desesperados, lamentos y alaridos. También han comentado que hay sido testigos de sombras que se mueven, y puertas que son tocadas por alguien que al abrirla no aparece.
Otro aspecto de la cuestión es la "Ceremonia de Bautismo" a la que son sometidos los jóvenes de inferiores que viven en la pensión del club. Cada 23 de junio, son llevados en grupo y junto a un sacerdote realizan una especie de exorcismo en la Puerta 12. Los juveniles deben portar velas blancas y canalizar “su energía” para que el sacerdote pueda ir expulsando las almas de aquellos que murieron en el Monumental.
Más allá de la leyenda de las almas que perecieron en aquel trágico superclásico, lo más triste es que el episodio de la puerta 12 demostró una vez más que la justicia argentina es un mito tan grande que pocas veces se pudo demostrar que exista como tal.

Más info sobre la Puerta 12:
http://pta12.blogspot.com/

¡Que vivan los muertos!

Hoy se celebra una vieja tradición que, si bien no nos pertenece, en la Argentina desde hace algunos años se está haciendo más popular. Hoy se celebra… Halloween.
Nuestro país importó esta celebración tan importante en otros países (como en Estados Unidos y Canadá) pero de manera más comercial y divertida. Muchas escuelas primarias de Buenos Aires proponen a sus alumnos que, cada 31 de octubre, acudan a clases disfrazados parar recorrer una vuelta manzana tocando timbre al grito de “¿truco o trato?”, mientras extienden sus bolsas hacia la puerta de las vecinas para que las doñas las llenen con golosinas.
Los más grandes aprovechan para organizar fiestas de disfraces. Pero el verdadero origen del Halloween no es tan divertido como parece, su significado real es la unión del mundo de los vivos con el de los muertos.
Cuenta la leyenda que hace más de 2.500 años, cuando finalizaba el año celta (en nuestro calendario es el 31 de octubre), los espíritus podían salir de sus tumbas, apoderarse de los cuerpos de los vivos y, de esa manera, resucitar. Los aldeanos hacían todo lo posible para no ser atacados por los muertos y por eso decoraban las puertas de sus casa con huesos, calaveras, ataúdes y hasta tallaban caras siniestras en enormes calabazas para que los espíritus los confundieran con pequeños cementerios privados.
Además era necesario que todos los que vivían en la aldea encendieran una vela negra en conmemoración a los difuntos, de lo contrario serían atacados y les provocarían horribles pesadillas nocturnas. Aquellos que no las encendían, podían amanecer dementes o, peor aún, podían no volver a amanecer.
En la actualidad, los creyentes católicos aborrecen esta celebración por significar una veneración a los muertos, incluyendo espíritus malignos, abriendo otra brecha en la guerra entre el cielo y el infierno.
De una manera u otra, el Halloween sigue presente. Quien se anime a festejarlo como un juego, tendrá que atenerse a la posibilidad de un difunto enojado. Quien se anime a enojar a un difunto, tendrá que atenerse a la posibilidad de pasar una noche de pesadillas. Quien se anime a este mal sueño, tendrá que atenerse a la posibilidad de amanecer demente o, peor aún, no volver a amanecer.

En boca de otros

Juan Carlos es el cuidador del Cementerio de la Recoleta. Esta es la leyenda que eligió contarnos.

jueves, 30 de octubre de 2008

La leyenda del caballo salvaje


En el siglo XVIII existió, en la provincia de Buenos Aires, un caballo hermoso y de porte desafiante. Más grande que ninguno, corría a toda velocidad por los campos mientras sus crines coloradas jugaban con el viento. En medio de su pelaje, a la altura del vientre, el rojizo pelaje se convertía en blanco formando una braga, detalle por el cual los campesinos comenzaron a llamarlo “Bragado”.
Los soldados de la zona deseaban ser los dueños del potro, quien lo poseyera, tendría una victoria asegurada en cualquier batalla porque era el más rápido que jamás habían visto. Los gauchos lo querían para usarlo de semental y conseguir así, la reproducción de tan maravilloso ejemplar. Pero Bragado no quería ni las luchas ni las crías, no se dejaba atrapar. Corría sobre el pasto, se abalanzaba con todas su fuerzas ante quién buscara enlazarlo.
Una tarde de otoño, cuando el sol ya se escondía, nueve soldados lograron acorralarlo en la barranca de la laguna mientras el potro salvaje hacía un intento por beber de sus aguas. Trató de escapar por un costado, por el otro, hacia el norte y hacia el sur, pero el esfuerzo parecía inútil, el pobre Bragado se convertiría en un esclavo, se convertiría en un caballito de guerra. Desesperado por perder su libertad, y cuando sus captores creyeron que lo tenían firmemente atado, el potro se arrojó desde lo alto de la barranca prefiriendo morir.
Al verlo saltar, los soldados quedaron absortos y uno de ellos enunció: "Potro Bragado, como nosotros, preferís la muerte antes que perder tu libertad. Desde ahora esta laguna llevará tu nombre", y así se hizo en 1776. Años después, el Coronel Eugenio del Busto, puso ese nombre a la ciudad que fundó a las orillas de aquella mítica laguna. Hoy, por sus sueños de libertad y su coraje, el potro Bragado está eternizado en el escudo que identifica al Municipio. Cada año, en los primeros días de octubre, la ciudad celebra la Fiesta Provincial del Caballo en su honor.
El cuerpo del animal jamás fue encontrado pero muchos habitantes de la ciudad, y los pescadores que pasan largas tardes en la laguna, aseguran que cuando cae el sol puede escucharse el rápido galopar del caballo que relincha con el viento.

lunes, 27 de octubre de 2008

El beso de un muerto


Después de hablar por Messenger durante casi un año, ambos sintieron que se conocían lo suficiente como para dejar de lado el monitor y los teclados, y verse en persona. Fue un viernes de agosto, la noche estaba helada y hasta la hora parecía congelarse. Se encontraron en la puerta de Brujas, un conocido bar de la Plaza Serrano, en el barrio de Palermo.
Ella llevaba un jean elastizado y un abrigo fucsia, él estaba vestido de un riguroso negro y no despegó la mirada del suelo, provocando que su pelo azabache (que le pasaba los hombros) le tapara la cara. La hizo pasar, le acercó una silla y se sentó frente a ella con los ojos clavados en la mesa.
La noche fue muy corta. Después de tomar un porrón de Heineken, aburrida porque él no la miraba ni emitía palabras (a diferencia de sus constantes y divertidas charlas por MSN), ella le propuso finalizar la velada y despedirse. Por primera vez escuchó su grave voz: “Estoy con el auto, dejame alcanzarte a tu casa”, le dijo el muchacho. Ella pensó que negarse sería una descortesía, además quería aprovechar que al fin se había animado a hablarle aunque su voz sonara pausada, gruesa y con un eco extraño. Luego de unos segundos, ella aceptó.
Caminaron dos cuadras silenciosas hasta que él se detuvo de golpe, sacó las llaves de su bolsillo, desactivó la alarma, abrió la puerta del acompañante, corrió la notebook que estaba en el asiento, y sin dirigirle la mirada, la invitó a subir. Ella, temblorosa, pensó que se trataba de una broma, pero al ver que él no se reía, accedió a subirse al coche fúnebre, un Cadillac negro lustrado de manera impecable.
Cuando él encendió el motor, una sinfonía de Beethoven comenzó a sonar desde los parlantes. Para acrecentar su horror, la chica notó que en la parte trasera descansaba un ataúd de madera oscura. Él reconoció el pánico en ella y, señalando el féretro, le aclaró: “Aquí vivo y aquí duermo”.
Ella quiso gritar, pero se ahogó en su propio aire. Intentó abrir la puerta del coche pero fue imposible, además la marcha del vehículo había acelerado a una velocidad indescriptible. Sin necesidad de darle la dirección, él estacionó en la puerta de la casa de la joven. “¡Un beso de buenas noches!”, exclamó rodeándole la nuca con su mano esquelética aprisionándola hacia él, logrando que sus labios fríos y resecos se posaran sobre los suaves y rosados labios de ella.
Enseguida sintió un hedor repulsivo, un escalofrío le recorrió el cuerpo, lo miró a los ojos y encontró solo dos cuencos vacíos en un rostro cadavérico. Él empezó a reír a carcajadas, emitiendo un eco cada vez más fuerte. Al ver que no conseguía reacción de la muchacha, la empujó al asfalto y el coche fúnebre arrancó de manera violenta, perdiéndose de vista al instante.
Al escuchar el ruido, la madre de la chica salió a la verdea y vio a su hija pálida, tendida en el piso repitiendo sin parar: “Está muerto, está muerto, está muerto y me besó”. Así pasó el fin de semana. Sin comer, sin dormir y sin dejar de susurrar la misma frase una y otra vez. Sin lograr calmarla, la joven fue internada en una Fundación para la Salud Mental en la calle Godoy Cruz 1878. Meses después, se conocieron dos casos iguales.

jueves, 23 de octubre de 2008

El hombre que despierta sin riñones


Dentro de las leyendas urbanas, existe una que habla acerca de un
hombre que conoce a una mujer muy hermosa, y esta lo invita a su departamento.
Una vez en el lugar, toman unas copas y el hombre se queda profundamente dormido. A la mañana siguiente, se despierta sin saber donde se encuentra ni qué hora es. Se da cuenta que está en una bañera completamente desnudo y cubierto de hielo. Se levanta despacio y al acercarse al espejo descubre con horror que tiene dos cicatrices en la parte baja de la espalda. En un costado de la habitación, encuentra un papel pegado a un teléfono que enuncia: "lo siento mucho pero utilizá el teléfono para llamar a emergencias ya que te extirpamos los riñones”.
Hay quienes aseguran que la historia es una invento, ya que la cirugía de extirpación es muy agresiva, y supone un cuidado extremo para seccionar vasos sanguíneos. En el caso de que fuese un médico el encargado de extraer el órgano, la pérdida de sangre del paciente ocasionaría su muerte casi en el acto. Otros piensan que puede ser que tenga algo de cierto en relación al mercado negro de órganos. De acuerdo a algunas versiones, un riñón puede llegar a cotizarse en 10,000 dólares.
Más allá de todo, la leyenda sigue transmitiéndose de boca en boca y ha cruzado la frontera de muchos países.

Más información: http://leyendasurbanas.com/article.php?story=20070131052303361

domingo, 19 de octubre de 2008

Las lágrimas de Felicitas

Cinco ángeles adornan la iglesia de Santa felicitas, en el barrio de Barracas. Todos tienen el ala derecha caída, y cuando los restauraron, las campanas de la iglesia sonaron inexplicablemente, sin que nadie las hiciera resonar.

Se dice que si se deja al atardecer un pañuelo atado a la reja que divide el altar de la nave principal, amanecerá húmedo por las lágrimas de la triste Felicitas, una mujer de amores frustrados por el mandato de la sociedad.

Felicitas Antonia Guadalupe Guerrero y Cueto era hija de una familia de alcurnia de la vieja sociedad de Buenos Aires. Desde su primera presentación en sociedad fue la belleza más comentada de Buenos Aires. Jóvenes de todas las familias tradicionales porteñas como Cristián Demaría o Enrique Ocampo, la pretendían.

En 1862, cuando tenía sólo quince años, fue obligada a casarse con un amigo de su padre, un hombre de unos sesenta años llamado Martín Gregorio de Álzaga.

De Álzaga era un buen partido, ya que tenía una gran fortuna y buen nombre, pero Felicitas no lo amaba. Los únicos dos hijos que tuvo el matrimonio murieron a temprana edad, y poco tiempo después murió el marido de Felicitas, dejándola viuda a los 24 años, con una casa vacía, y con 71 mil hectáreas de tierra para administrar.

Pero un pretendiente, Enrique Ocampo, persistía en buscar a Felicitas, quien se mantenía cordial pero lejana de todos sus pretendientes. Recién pudo estar cara a cara con ella justo cuando se comprometió para casarse por segunda vez.

La historia se convierte en un confuso relato, que da lugar a la leyenda, cuando Ocampo convence a Felicitas de encontrarse en su casa para hablar y, después de una fuerte discusión, se escucharon dos disparos: Ocampo estaba muerto, y Felicitas, herida de muerte.

Después de una dolorosa agonía, Felicitas murió. Se barajaban varias posibilidades, como que Ocampo hubiera querido matar a Felicitas para después suicidarse, o que otro pretendiente de Felicitas, Cristián Demaría, encontró a Ocampo con el arma en la mano y en un forcejeo se dispararon los infortunados tiros.

Hoy, hay un eco melancólico y triste que sobrevuela la iglesia, ubicada en el corazón de Buenos Aires. Todos los 30 de enero se dice que el fantasma de Felicitas, solitaria, llorosa y pálida, camina por el interior de la iglesia que su familia hizo levantar para preservar su memoria.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Una extraña figura en un cementerio de Córdoba

Según un video grabado por el canal de cable de la ciudad de Huinca Renancó, provincia de Córdoba, en el cementerio local merodearía un fantasma. En las imágenes, aparece una misteriosa figura caminando por el techo de una construcción. El encargado del lugar sostuvo que es imposible que una persona haya estado trabajando sobre el techo en la hora en que se filmó la nota. Además, la figura parecía estar flotando por encima del techo.

lunes, 6 de octubre de 2008

Dos colegios, un túnel, una muerte y una leyenda

La intriga está de pie en Buenos Aires, más precisamente en Pilar. Allí hay dos colegios religiosos muy antiguos, uno frente al otro separados por la Panamericana: el Instituto Verbo Divino y el Instituto Madre del Divino Pastor. Aunque la separación de ambos es solo superficial ya que están unidos por un túnel subterráneo.
Detrás de una pesada alacena verde de la cocina del Verbo Divino está la puerta que da ingreso a uno de los extremos del túnel, pero nadie debería saberlo. Los estudiantes indagaban constantemente pero las curas y las monjas negaban su existencia. La teoría más fuerte recita que en ese pasillo oscuro y frío se encerraba a los alumnos merecedores de castigos. Se los dejaba allí durante tres días privados de luz, de agua, de comida y de baños. Durante las primeras horas los chicos trataban de encontrar una salida, pero el cansancio los vencía y el esfuerzo siempre era en vano.
Una tarde de 1984, el castigo se les fue de las manos a las autoridades del Verbo Divino. Lisandro Zangone, un alumno de tercer año fue encerrado por hacer rimas obscenas durante la clase de religión dictada en la parroquia del Instituto. Lo encerraron en el túnel por tres días y, cuando volvieron a buscarlo, no encontraron más que su cadáver recostado boca abajo con su cara de un color violáceo azulino y con las manos lastimadas por la madera que se astilló bajo sus uñas mientras rasguñaba la puerta en un intento por salir. “Muerte súbita, un infarto luego de la hora de gimnasia”, fueron las excusas que escucharon padres y compañeros.
Dicen que, desde entonces, se escuchan golpes provenientes de abajo que fueron atribuidos al supuesto fantasma de Lisandro que continúa encerrado tratando de salir. Parece ser que ese fue el motivo del cierre del túnel y con él, el fin de los castigos. Pero hace no muchos años, dos alumnos intrigados por la leyenda se escabulleron en el recreo, ingresaron a la cocina, corrieron la pesada alacena verde y encontraron una puerta de un metro por un metro con dos candados. Intentaron romper las trabas pero no pudieron y además quedaron estupefactos cuando escucharon que del otro lado alguien, o tal vez algo, comenzó a golpear la puertita.
Enseguida aparecieron los padres Luis y Alfio que echaron a los jóvenes de la cocina y los amonestaron. A la semana siguiente los dos curas fueron excluidos de la Institución y reemplazados por dos nuevos.
Hoy la cocina permanece cerrada con llave, la puerta del túnel fue tapada con cemento pero, aún así, se escuchan los golpes del otro lado como si el espíritu de Lisandro continuara tratando de salir.

viernes, 3 de octubre de 2008

El pasajero sin ojos


Entre los vagones del ferrocarril Mitre se esconde una leyenda particular. De acuerdo al relato de algunos usuarios, existe un hombre sin párpados que suele deambular por el tren. Según los testimonios, el extraño pasajero siempre sube o baja de la formación en la Estación Coghlan.
Sobre su identidad existen varias versiones. Según algunos, se trata del fantasma de un hombre que se habría suicidado arrojándose a las vías. Para otros, es el espíritu de un vecino de la zona que murió tras padecer una terrible infección ocular.
Aún hoy muchos buscan entre los asientos del viejo tren a aquel hombre sin párpados ya que, según se cree, su mirada posee extraños poderes.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Un demonio en la Embajada de Alemania


Ernesto Tornquist fue un prestigioso empresario argentino que hizo construir su mansión en Villanueva 1055, al lado de la Iglesia San Benito entre los barrios de Palermo y Belgrano, donde hoy funciona la Embajada de Alemania.
Luego de su muerte en 1908, la casa fue vendida a la familia Casullo y después a la familia Blaquier, quienes de repente, en medio de una noche de tormenta y sin explicar nada a nadie, partieron en su coche bajo la luz tenue de la luna.
Cinco días pasaron hasta que el monaguillo de la iglesia decidió ingresar a lo de sus vecinos para investigar qué era ese olor nauseabundo que se sentía desde el presbiterio. No tardó mucho en encontrar el causante del hedor. Semidesnudo y recostado en el piso helado del comedor, estaba el cuerpo de Alfio, el hijo de la pareja Blaquier.
Con la garganta abierta por el filo de una cuchilla, sus pulmones hacían un inútil esfuerzo por absorber la mayor cantidad de aire, pero solo lograban ahogarse en una tos de sangre y vómito.
Sus manos inmóviles, sus ojos blancos clavados en dos cuervos que expectantes lo observaban desde el vitreaux del techo, lo acechaban, lo esperaban, lo deseaban. Finalmente, y sin cambiar el rumbo de su mirada, el cuerpo tieso de Alfio se levantó y quedó de pie sobre el aire. Una voz sobrenatural le susurró una frase al monaguillo: “Quien mora en este cuerpo ahora, morará más tarde en otro que brindará su alma para que los demonios renazcan”. Segundos después, los cuervos desplegaron sus alas, se dejaron caer a los hombros del endemoniado Alfio y comenzaron a picarle los ojos.
El monaguillo, espantando, corrió hasta la iglesia. Llegó a la puerta y le contó al cura lo que había sucedido. Meses más tarde, el joven monaguillo hablaba de cuervos, de muertos ensangrentados y de demonios desde la habitación de un manicomio.
Durante años la mansión Tornquist estuvo deshabitada y nadie se animaba a acercarse a sus puertas, hasta que en 1980 la República Federal alemana se hizo acreedora del terreno. Contrató al arquitecto Dieter Oesterlen para que la refaccione y en marzo de 1983 inauguró la Embajada y Consulado de Alemania.
Nada se supo de Alfio, pero algunos aseguran que de noche escuchan una voz rara que suena gruesa pero que a la vez parece un chirrido (como quien rasguña un pizarrón), que reclama el desalojo de la mansión para que los demonios renazcan.

sábado, 27 de septiembre de 2008

El enano vampiro


Allá por los 80, el Circo de los Zares desembarcó con su fascinante espectáculo en Buenos Aires. Miles de personas concurrían diariamente para disfrutar o aterrorizarse con la presentación de fenómenos nunca antes vistos. Uno de ellos era Belek, un enano proveniente de la mítica zona de Cárpatos, donde habitaba el Conde Drácula.

Belek se había convertido en una de las sensaciones del circo, pero un día algo sucedió. El “hombre bala” y la “mujer barbuda” descubrieron al enano clavando sus filosos colmillos en el cuello de uno de los monos tití de la compañía y el dueño decidió echarlo de mala manera.

Lejos de su hogar, Belek encontró refugio en una casa abandonada del barrio de Flores. Como no tenía dinero para comer tuvo que rebuscársela y, fue ahí, donde misteriosamente los perros y gatos del barrio comenzaron a aparecer muertos con marcas de colmillos en sus cuellos.


Los vecinos asustados por la destino de sus mascotas, comenzaron a investigar y llegaron a la conclusión de que el nuevo habitante del barrio era el culpable de estos crueles episodios. Así fue como un día entraron a la casa del enano vampiro e intentaron asesinarlo. Pero Belek fue más rápido y escapó hacia el cementerio de Flores, donde aún -aseguran- habita, sediento de sangre.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Las hamacas misteriosas

Vecinos de la localidad cordobesa de La Calera aseguraron que una hamaca ubicada en la plaza 25 de Mayo se mueve sola. Y agregaron un detalle: el fenómeno sucede solo los lunes después de las 22.
Pero no es el primer caso de una hamaca misteriosa. En 2007, se conoció otro fenómeno similar en una plazoleta ubicada en el ingreso a la localidad santafesina de Firmat. Allí, había tres hamacas contiguas pero solo una se movía, en un recorrido de dos o tres metros hacia atrás o adelante. Quienes observaron el fenómeno afirmaron que parecía que alguien se estuviera meciendo en ella.
Según la opinión de científicos, la hamaca de Firmat se encontraba en resonancia con algún elemento metálico o agua subterránea y esto generaba un movimiento que iba aumentando en velocidad. Sin embargo, existía otra versión que aseguraba que era movida por el espíritu de un niño muerto en ese mismo lugar hace veinte años. Según la historia, durante la construcción de un nuevo barrio de la zona, hubo un accidente y un niño perdió la vida en los cilindros de cemento de desagüe. Su travieso fantasma sería el causante de los movimientos de la hamaca.




martes, 23 de septiembre de 2008

El gigante de Once

Tres metros de altura y de barro son las descripciones que vecinos de Balvanera dan al gigante. El Golem fue creado por el rabino judío Judah Loew ben Bezabel. El Majaral, para proteger al ghetto de la ciudad Josefov, en Praga, que era discriminado en ese momento a finales del siglo XVI.
Dada la situación, el maestro Judah Loew ben Bezabel entregó a otro rabino un frasco con el mismo barro, extraído del río Moldavka, que atraviesa Praga. El Majaral, o “el más venerado maestro y rabí viajó junto con la migración judía y se instaló en el barrio de Once, en un edificio frente a la Plaza, sobre la avenida Rivadabia. Esta vez, el rabino junto con Judah Loew ben Bezabel aplicaron todos sus conocimientos en filosofía, astrología y astronomía para la nueva creación. Así se creó otro Golem, más conocido como El gigante de once.
Dicen que El gigante de once salva de accidentes y malhechores a las personas. Es un protector del barrio. Se rumorea en algunas cafeterías del barrio que hoy en día no vigila como antes, y que sus veedores son los gatos de la plaza, ellos le avisan.
De allí en más, la historia se ramifica en versiones. Unos: cuentan que antes de morir el rabino encerró al gigante en una habitación a la que nadie puede entrar. Otros: que vive en un callejón oculto. Y terceros dicen que descansa bajo la pileta del monumento central.

Su alma en el espejo

Arrugas que no se esconden, canas que no domina, labios finos y resecos, y esos ojos azabache que bajo dos cejas tupidas lanzan una mirada penetrante. Tan blanca, tan pálida queda su imagen, y de golpe… un grito agudo, ensordecedor, espectral.
Ese es el reflejo que devuelve el espejo. Es el rostro de Beatriz Tejada del Solar, fallecida en 1927. La mujer era una vieja codiciosa con una fortuna incalculable de billetes y joyas. Fue en ese año cuando se hizo poseedora del espejo maldito.
Ovalado y con un marco de oro, apareció en Egipto a principios del siglo XX enterrado cerca de la tumba de Tutankamón. Quienes lo encontraron se alarmaron al leer que en la parte de atrás aparecían inscripciones que expresaban “El camino del alma inmóvil”, y deletreaba una maldición para quien mirara fijo el vidrio. Creyeron que sería un objeto del faraón pero por lo grave de su enunciado, prefirieron no mostrarlo al público. Quisieron volver a enterrarlo, pero la mano de un ladrón se adelantó y lo robó.
El hombre se lo vendió a una dama joven que llegó a su casa, le sacó el polvo y lo apoyó sobre la cómoda de su dormitorio. Esa misma noche, la dama se sentó frente al espejo para peinarse… minutos después su cuerpo se desvaneció y su rostro comenzó a gritar desde adentro del cristal. Su marido quiso romperlo pero los gritos eran desgarradores. Entonces decidió envolverlo en un paño verde inglés y lo tiró en el depósito de un barco que partía con rumbo desconocido.
El barco ancló en La Plata, provincia de Buenos Aires, y el espejo fue llevado por dos marineros a la mansión de la vieja Beatriz, dueña de la embarcación. Ella, maravillada por la hermosura de la adquisición, pidió que lo cuelguen en una de las paredes de su dormitorio. Esa misma noche, la vieja Beatriz cayó muerta y su rostro quedó atrapado, pálido y con los gritos más estremecedores que puedan oírse.
La historia tiene varios finales: que el espejo fue llevado a un galpón en San Telmo donde hoy funciona el Mercado de las Pulgas. Que fue escondido en un sótano en Tigre, lugar donde está el Puerto de Frutos. Que fue devuelto a Egipto. Lo cierto es que desde hace más de 80 años nadie ha sabido nada. Así que, frecuentadores de mercados y amantes de los espejos, a la hora de comprar y de mirar, tengan cuidado. Puede ser que el rostro de la vieja Beatriz los mire fijamente para salir y liberar su alma inmóvil.

domingo, 21 de septiembre de 2008

La bestia de la Reserva Ecológica


Cada fin de semana la Reserva Ecológica recibe más de 10.000 visitantes que disfrutan de su flora y fauna nativa. Sin embargo, cuando el sol se esconde un animal misterioso acecha a los desprevenidos.

Mitad rata, mitad perro, “Reservito” se esconde entre los pastizales a la espera de alguna presa que pueda saciar sus ansias de sangre.

El origen de este monstruo radicaría en los altos niveles de contaminación que presentan las aguas del Río de la Plata.

Algunas hipótesis indican que los reiterados incendios de la Reserva, más de 300, son producidos intencionalmente con el fin de terminar con “Reservito”, algo que hasta ahora no han logrado.

La bestia sigue allí, acechando a sus futuras presas...

viernes, 19 de septiembre de 2008

La extraña muerte de Rufina Cambaceres



Entre las tumbas y bóvedas del cementerio de la Recoleta laten millones de historias de fantasmas. Entre ellas, sobresale la de Rufina Cambaceres, hija del escritor argentino Eugenio Cambaceres. El autor se casó con una bailarina italiana, Luisa Baccichi. El matrimonio tuvo una única hija. Tras la muerte de Cambaceres, en 1889, madre e hija vivieron solas en un casona ubicada en la calle Montes de Oca. Cuatro años después, Luisa se convirtió en la mujer del futuro presidente Hipólito Yrigoyen.
El 31 de mayo de 1902, Rufina cumplía 19 años. Su madre había organizado una fiesta y luego irían a un concierto en el teatro Colón. Cuando había terminado la fiesta, Luisa escuchó el grito de una de las mucamas y enseguida corrió a la habitación de Rufina. La mujer encontró a su hija muerta, tendida en el suelo. Según el testimonio del médico, se trató de un síncope. Sin embargo, había una versión que aseguraba que su madre la drogaba todas las noches con un tranquilizante para que la chica no se despertara mientras ella tenía relaciones con su amante, quien sería un supuesto novio de Rufina. La noche de su muerte, Luisa habría redoblado la dosis y eso habría sido fatal. El supuesto novio se habría suicidado veinte días después, frente al Café Tortoni.
Al día siguiente de su fallecimiento, Luisa e Hipólito Yrigoyen, la sepultaron en la Recoleta. Pero unos días más tarde, el cuidador de la bóveda les comunicó un terrible hallazgo: el ataúd de Rufina estaba abierto y con la tapa rota. La versión oficial afirmó que se trataba de un robo, debido a que la joven había sido enterrada con todas sus joyas. Sin embargo, para muchos, Rufina había sufrido un ataque de catalepsia y había sido sepultada viva.
Según la leyenda, Rufina se despertó, golpeó varias veces las paredes del féretro, logró salir y ver el cementerio desierto. Pero como las puertas de la bóveda estaban cerradas, la joven entró en una profunda desesperación y murió de un ataque al corazón.
Una estatua de estilo art noveau la representa con una mano aferrada a la reja de la bóveda. Es como si tratara de abrir el picaporte de una puerta. Hay muchos que aseguran que, después de tantos intentos, el fantasma de Rufina lo logró y durante las noches deambula por las callecitas del cementerio. Y que incluso podría ser la misteriosa Dama de Blanco. Aunque esa ya es otra historia.

martes, 16 de septiembre de 2008

El fantasma que asustó a presidentes y poetas en el Museo Fernández Blanco


Ella no tiene la culpa... de haberse muerto sin querer. Tenía sólo 17 años. Era tan joven que no pudo resistir cuando la tuberculosis atacó su frágil cuerpo. Puede que no se haya dado cuenta, o puede que esté llorando su suerte, pero lo cierto es que aún hoy da vueltas por los jardines del Museo de Arte Hispanoamericano.

En una cuadra empinada que llega a la Avenida Libertador, en el barrio de Retiro, descansa una casona construida a principios del siglo XX, pero con el estilo propio de una casa colonial. Con patios y galerías, columnas en la entrada, un jardín andaluz, un aljibe y enredaderas. Y entre las columnas de la galería, bajo la luz de la luna y como alma penitente, ella camina, quizás sin saber bien por qué.

La casona que alguna vez fuera “la casa de la familia Noel” es hoy la sede del Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco. La fachada estilo colonial es como un oasis de tradición en la cada vez más cosmopolita ciudad de Buenos Aires. Fue construida por el arquitecto argentino Martín Noel, quien además era coleccionista de arte hispano.

Con el paso del tiempo, la casona fue pasando de mano en mano, e incluso fue usada como centro de trata de esclavos, como cuentan las malas lenguas. También dependió por un tiempo de la Parroquia del Socorro, ubicada a pocas cuadras de la casona. Fue en ésta época que la joven habitó la casa, en vida.

Tiempo más tarde, en 1928, cuando todavía era “la mansión Noel”, un presidente de los Estados Unidos, Herbert Hoover, se hospedó en la casona… y no pudo pegar un ojo. Es que la podía escuchar, gimiendo y llorando, azotando puertas, e incluso algunos miembros de su escolta dijeron haberla visto caminando afuera, sin tocar el suave pasto del jardín.

Su imagen extremadamente blanca llamó más de una vez la atención de los invitados a las reuniones que el poeta Oliverio Girondo diera en los años ‘40 en su casa aledaña al actual Museo Fernández Blanco. Por ese entonces, ninguno de los presentes (como el escritor Manuel Mujica Lainez) podía explicar qué hacía esa chica caminando por el jardín del museo a altas horas de la noche…

domingo, 14 de septiembre de 2008

La planchadora degollada del Parque Rivadavia

El Parque Rivadavia, ubicado en el centro del barrio porteño de Caballito, no siempre fue cuna de entretenimientos. En ese terreno, antes de convertirse en el lugar ideal para juegos de niños y compra-venta de productos usados (revistas, monedas, discos, fotos antiguas, libros, marquillas de cigarrillos), se hallaba de pie la Quinta del viejo Lezica.
Durante las vacaciones de verano de 1861, Candelaria Lezica de Serantos, una bella adolescente, se instaló en la quinta de su bisabuelo. La joven disfrutaba mucho de los martes, cuando a las cuatro de la tarde su madre, aprovechando la ausencia masculina ya que todos salían por negocios, abría las puertas para brindar fiestas de té y baile a los hombres de apellidos importantes con el objetivo de emparejar a su hija con el más rico del barrio. La señora indicaba a la servidumbre qué tareas cumplir y les ordenaba que atendieran con una gran cordialidad. Además, le exigía a la encargada de planchar que se quedara en el patio trasero para no ser vista por los invitados que conocían su reputación de buena amante en la cama. Ella se retiraba con la plancha y los canastos de ropa, se paraba al lado del ombú y protestando repetía: “La negra planchadora bajo el ombú se queda, planchando trajes y enaguas, para que no la vean”.
Esa tarde, un muchacho apuesto pero desconocido, se hizo presente en la reunión vestido de punta en blanco desde su sombrero chato hasta sus zapatos de charol recién lustrados. Sin perder mucho tiempo, se acercó a la alegre Candelaria y la sacó a bailar un vals. La madre de la joven, indignada por la intromisión del extraño que alborotó el ambiente, entre gritos lo echó y encerró a su hija en su habitación.
Hasta el otro día nadie vio a la planchadora y creyeron que Candelaria la había despedido enojada tras encontrarla con uno de sus amantes. Pero llegado el mediodía, el jardinero de la quinta entró espantado a la cocina y contó haberla encontrado sin cabeza recostada al lado del ombú. Allí mismo la enterraron y días más tarde descubrieron que su muerte fue a causa de un crimen pasional, ya que ese martes por la noche no quiso atender a uno de sus amantes y por celos, este la degolló con el filo de un hacha, dejó su cuerpo ensangrentado sobre el pasto y huyó con la cabeza de la mujer arrastrándola de sus rulos morochos.
Años más tarde, en 1927, el nieto de la ya fallecida Candelaria, le vendió la Quinta del viejo Lezica al Estado y el presidente Marcelo T. de Alvear inauguró allí el Parque Rivadavia demoliendo la casa, pero conservando el enorme ombú. Desde entonces, están quienes aseguran que cada martes por la noche, la planchadora se pasea sin cabeza por el parque, con su plancha al rojo vivo y cuelga harapos desde las ramas del ombú mientras protesta: “La negra planchadora bajo el ombú se queda, planchando trajes y enaguas, para que no la vean”.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Un taxi directo a la muerte


Podría confundirse con un auto más de los que diariamente recorren el barrio de la Chacarita. Sin embargo, hay quienes afirman que en los alrededores del cementerio transita un taxi que recoge a las personas que salen del allí luego de visitar a sus seres queridos y las conduce directamente a la muerte.
En 1978, el periódico barrial Todo Real publicó una noticia acerca de una mujer que fue encontrada muerta sobre la lápida de su madre. Los médicos aseguraron que la mujer, identificada como Felipa Hosperttato, sufría una depresión profunda y esto le había provocado la muerte. Sin embargo, para los vecinos, el caso fue una prueba de la existencia de aquel taxi mortal.
Según la leyenda, Felipa había salido del cementerio de la Chacarita y decidió tomar un taxi, en vez de caminar las cuadras que la separaban de la parada del colectivo. Enseguida, divisó un taxi que acercaba. Sin perder tiempo, la mujer lo paró y se subió. Le indicó al chofer la dirección y se recostó en el asiento. De a poco, se hundió en los pensamientos acerca de su madre. Estaba tan triste, que no prestó atención a la palidez del conductor ni al suave cabeceo con el que el hombre le respondió al escuchar la dirección.
En un momento, Felipa comenzó a sentir un frío profundo. Intentó subir la ventanilla pero ya se encontraba cerrada. Fue entonces cuando reparó en los extraños rasgos de quien iba al volante. Observó con horror, sus manos flacas, con la piel pegada a los huesos, y de un tono extremadamente pálido. Cuando intentó ver su rostro a través del espejo delantero, no logró hacerlo pues estaba colocado de tal manera que sólo se veía el asiento vacío al lado del taxista.
La mujer intentó hablarle pero el hombre no respondió. Cuando levantó su mano para tocarle el hombro al taxista, Felipa comprobó que su propia mano era la de un muerto. Y gritó desesperadamente al darse cuenta de que en el cristal se veía reflejado el cadáver de una mujer. Era su propia imagen. En ese momento, el taxi se detuvo. Felipa miró a su alrededor. Habían regresado al cementerio de la Chacarita. Allí fue encontrado su cadáver al día siguiente.

Un compañero extraño

Existen otros datos que alimentan la leyenda. Hay taxistas que mencionan a un compañero que nunca sale a almorzar con ellos y que jamás abandona el taxi. Según los testimonios, la patente de su auto es RIP 666. RIP es la inscripción que aparece en las tumbas y 666 es el número con que se identifica al diablo.

El hombre que creyó haberse salvado

Un hombre aseguró haberse salvado del taxista de la muerte. Según su testimonio, tomó el taxi a la salida del cementerio de la Chacarita, pero durante el trayecto tuvo un visión: la imagen de su padre muerto andando en bicicleta. Esto lo devolvió a la realidad y enseguida prestó atención a las extrañas características del conductor. Asustado, el hombre se arrojó del vehiculo.
Después del hecho, sintió que el extraño taxista lo perseguía. Una semana más tarde de brindar el testimonio, el hombre falleció. Jamás se pudieron establecer las causas del deceso.


Nunca pudo comprobarse la existencia de aquel extraño taxi. Pero, aún hoy, muchos de los que visitan el cementerio de la Chacarita prefieren tomar el colectivo.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Fantasmas en el subte

La línea A del subte, que viaja de Plaza de Mayo a Primera Junta, es de otro tiempo. Butacas de madera, lamparas que en el transcurso del viaje se prenden y apagan y el sonido de las rieles de fondo dan la sensación de que ahí el tiempo no corre como en las calles.
Junto con la luz amarilla de los focos se rumorea un mito.
Un antiguo operario de la estación Sáenz Peña fue a los sanitarios en horas de servicio y encontró en ellos a un hombre degollado sobre un charco de sangre. Con la inmediatez de la conmoción el empleado dio el alerta al personal de seguridad de la estación, y sin sobresaltos, encontraron el sitio en sus condiciones normales y sin rastro de violencia. Al operador, lo empezaron a tildar de loco.
Al día siguiente, lo mismo, pero el testigo esta vez era otro empleado. Con el tiempo el rumor se hizo mito y muchos trabajadores afirmaron haber visto al degollado de esa estación. El baño fue clausurado, no por ningún motivo en especial, sino que faltando dos horas para la media noche, los jueves, el baño se empezó a inundar. Una falla en la cañería o el degollado que aún no se va.

martes, 9 de septiembre de 2008

Los fantasmas van al spa


En el número 3234 de la calle Campana, a metros de la vía del tren en pleno barrio de Villa del Parque existe, desde 1900, un caserón que sobresale ante los demás por su construcción ostentosa. Cinco pisos, una torre y un sin fin de rejas y ventanas, hacen que al pararse en su vereda, de la sensación de estar mirando un castillo. Las paredes decoradas con gárgolas hicieron que la gente comenzara a llamarlo El Palacio de los Bichos.
El ingeniero Muñoz González fue contratado para construir la mansión bajo las órdenes de un aristócrata italiano, quien pensaba que sería el mejor regalo de casamiento para su joven hija (claro que entonces no se estilaba abrir una lista en Falabella).
La desgracia llegó el día de la boda. La fiesta se celebró con bombos y platillos en la hermosa mansión, pero cuando su hija partió con su esposo hacia la luna de miel, el tren los atropelló y ambos murieron de inmediato. El padre clausuró la casa maldiciéndola y volvió a Italia.
Desde entonces, los vecinos cuentan que se prenden y apagan luces por la noche, y al pasar el tren pueden oírse llantos y gritos de dolor.
Desde hace diez años, El Palacio de los Bichos intentó abrir sus puertas de varias maneras. Primero como una casa de té, luego como un salón de fiestas, pero los negocios quebraron y empezaron a correr rumores de que los fallecidos tórtolos buscan evitar que se adueñen de su hogar.
Hace unos meses un nuevo intento abrió el palacio, esta vez con un salón de spa y estética corporal. Habrá que ver si los recién casados logran relajarse con los masajes, la música suave y las aguas termales, o si los nuevos dueños tienen una empresa con las horas contadas.

domingo, 7 de septiembre de 2008

PASCUAL COLOMBO: La leyenda del falso médico




En los pasillos del hospital de Clínicas se esconde una historia oscura. Un historia de frustración, locura y venganza. Es el mito de Pascual Colombo, quien sin ser médico operaba pacientes mientras dormían en la noche.

Colombo había llegado a la Ciudad de Buenos Aires proveniente de una provincia del norte para cumplir su gran sueño: convertirse en un médico reconocido. Obligado a trabajar para sobrevivir el joven empezó a dejar de lado el estudio. Esto lo llevó a reprobar los exámenes una y otra vez. Sin embargo, nunca dejó de intentarlo.

Hasta que un día todo cambió. Un llamado desde su provincia natal le informaba que su madre había muerto. La razón: una explosión de vesícula. El joven nunca se perdonó no haber llegado a ser médico para ayudar a su madre.

Desequilibrado, Colombo abandonó todo y comenzó a frecuentar el hospital de Clínicas, donde refugiado en la oscuridad de la noche operaba de vesícula a los pacientes que indefensos descansaban en las salas de internación.

¿Fantasía o realidad?

Video sobre el mito Colombo
http://www.youtube.com/watch?v=6WM5m8Lre70

El misterio de la pintora de La Boca


Su aspecto recuerda a las torres de los antiguos castillos medievales. Sus grandes ventanales dan hacia la avenida Almirante Brown y se funden en la vorágine del barrio de La Boca. Conocida como la “Torre del fantasma”, su fachada deja entrever el paso del tiempo y ha generado más de una discusión en relación al estilo al que pertenece. Para algunos corresponde al Art Noveau, y para otros, pertenece al Modernismo Catalán. Fue construida bajo las órdenes del arquitecto Guillermo Álvarez. Posee una cúpula que funciona como una especie de mirador cerrado.
Arropado por construcciones y bares modernos, el edificio acuna dentro de sí una leyenda. Allí vivía una bella pintora llamada Clementina. En una ocasión, un periodista fue a visitarla para hacerle una entrevista y tomó algunas fotos de sus obras. Cuando el periodista reveló las fotos encontró figuras de duendes emergiendo en los cuadros y entre los muebles. Intrigado por el hallazgo, volvió a buscar a Clementina para contarle sobre lo que había sucedido, pero ella se negó a recibirlo.
Poco tiempo después, los vecinos escucharon un disparo que provenía de la casa de la pintora. Cuando la policía llegó al lugar, no encontró rastros de ella. Nunca más se supo nada de Clementina.
Aunque pasó el tiempo, se cree que el fantasma de la joven aún merodea por las habitaciones de la torre.
“A ha habido gente que asegura haber escuchado ruidos, llantos y hasta incluso haber sentido su presencia”, cuenta un vecino.
Próximamente, la torre se convertirá en una galería de arte colectivo.
Cuando la lógica queda vencida ante lo sobrenatural, solo es cuestión de creer o reventar.

viernes, 5 de septiembre de 2008

El último rey de Francia: el Delfín del Plata



La mayoría de la gente cree que el último rey de Francia fue Luis XVI. Que su majestuosa cabeza terminó rodando calle abajo por las calles de París hasta que se partió en dos. Y que los dos hijos del matrimonio real murieron en las sombras de los calabozos de una torre en la capital francesa, en los albores de la República.

Pero esto último no necesariamente es verdad. Sí, un chico de nueve años murió en 1980, encerrado en una celda fría, húmeda y oscura. Pero la leyenda cuenta que para ese entonces, el verdadero príncipe heredero, o Delfín, Luis Carlos de Borbón, había sido adoptado por una familia de pescadores de una localidad del norte de Francia llamada Calais.

Para cuando llegó al Río de la Plata, en 1818, su nombre era Pierre Benoit. Dicen que sus restos descansan en el cementerio de la Recoleta. También dicen que al llegar al puerto de Buenos Aires, Benoit tenía solamente 17 años y una carta de recomendación escrita por Napoleón Bonaparte.

Instalado en Buenos Aires, Benoit se destacó como pintor (dejó unos retratos formidables de María Antonieta), y como arquitecto. Se casó y hasta el día de hoy, sus descendientes sostienen dos cosas: que antes de morir confesó ser el rey Luis XVII y que su muerte no fue natural. Un médico falso lo habría visitado en 1853, y lo habría envenenado.


Puede que la afrancesada Buenos Aires haya sido el escondite casi perfecto para un rey coronado en el exilio, a quien su destino finalmente lo alcanzó. O puede ser que todo haya sido una fabulación nacida del hermetismo de un francés virtuoso y culto, pero de origen humilde.


Lo cierto es que Benoit existió, y que la pregunta sigue en pie: ¿vivió o no entre nosotros el último rey de Francia?