martes, 9 de septiembre de 2008

Los fantasmas van al spa


En el número 3234 de la calle Campana, a metros de la vía del tren en pleno barrio de Villa del Parque existe, desde 1900, un caserón que sobresale ante los demás por su construcción ostentosa. Cinco pisos, una torre y un sin fin de rejas y ventanas, hacen que al pararse en su vereda, de la sensación de estar mirando un castillo. Las paredes decoradas con gárgolas hicieron que la gente comenzara a llamarlo El Palacio de los Bichos.
El ingeniero Muñoz González fue contratado para construir la mansión bajo las órdenes de un aristócrata italiano, quien pensaba que sería el mejor regalo de casamiento para su joven hija (claro que entonces no se estilaba abrir una lista en Falabella).
La desgracia llegó el día de la boda. La fiesta se celebró con bombos y platillos en la hermosa mansión, pero cuando su hija partió con su esposo hacia la luna de miel, el tren los atropelló y ambos murieron de inmediato. El padre clausuró la casa maldiciéndola y volvió a Italia.
Desde entonces, los vecinos cuentan que se prenden y apagan luces por la noche, y al pasar el tren pueden oírse llantos y gritos de dolor.
Desde hace diez años, El Palacio de los Bichos intentó abrir sus puertas de varias maneras. Primero como una casa de té, luego como un salón de fiestas, pero los negocios quebraron y empezaron a correr rumores de que los fallecidos tórtolos buscan evitar que se adueñen de su hogar.
Hace unos meses un nuevo intento abrió el palacio, esta vez con un salón de spa y estética corporal. Habrá que ver si los recién casados logran relajarse con los masajes, la música suave y las aguas termales, o si los nuevos dueños tienen una empresa con las horas contadas.

1 comentario:

Leonardo Ferri dijo...

Me encantan tus relatos oscuros, tristes y fantasmales, ya te lo dije.
Salvo por lo de Falabella, muy bonito.